martes, 25 de marzo de 2008

Mazatlán

La Ostionería Mazatlán seguramente es referente de la hampa costeña nacional, pero eso poco importa. Por lo regular sus tarifas equivalen a platos servidos de ambrosía, maná y néctar, pero lo valen aunque La Ostra la supere en competitividad y sazón. Casi todo merece la pena en la Ostionería: chillan los canarios de las paredes amarillas del restaurante y cierren matemáticamente a las 7pm. La dinámica es simple: una cerveza León, una quesadilla de camarones y otra de pescado. Luego un Vuelve A La Vida, con una muralla de salsas al frente, guareciendo el platillo. Entonces hay que verter copiosas gotas a discreción de la Huichol, la Valentina, la Tamazula, la Melinda, salsa inglesa, jugo Maggi, muchos limones y sal para enjuagar la segunda León. Voluntariamente se ingerirá una bomba afrodisíaca, dicen. Todo es como un tráfico marino desde la tráquea al intestino, con cada oclusión. Luego no queda más que hacer la caminata al interior de Chimalistac, reposar los ostiones, el cayo de hacha y demás moluscos e hijastros de Neptuno y esperar que no haya tentaciones. De superarlas, entonces se evocaría 2:45am de E. Smith.

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